El mundo del vino ha aceptado que el término francés terroir, a veces traducido como “terruño”, es el factor determinante a la hora de crear valor añadido a un vino y a una región vitivinícola. A su vez el terroir viene definido por 4 características: clima, suelo, uva y factor humano.

El clima y el suelo de Ribeiro han propiciado un estilo de vinos único con un surtido de variedades que refuerza la idea de un territorio vitivinícola con tradición y calidades ancestrales.

Las viñas donde se producen las uvas para elaborar Ailalá se encuentran en el Valle del río Avia, en parcelas situadas desde San Cristóbal, cerca de Ribadavia, río arriba hasta Gomariz.

El Ribeiro se sitúa en una zona de transición de Galicia de carácter mediterráneo suavizado por la influencia atlántica producido por la relativa proximidad al océano.

  • Distancia en línea recta al mar aproximadamente 60 KM.
  • Temperatura Media anual 14,5 ºC.
  • Pluviometría Media Anual 950 mm.
  • Insolación 1950 horas anuales. 40% en Julio/Agosto – periodo de maduración de la vid.

Esta distancia debería suponer un mayor carácter atlántico del entorno, pero la orografía de cadenas montañosas que limita la denominación por el oeste y norte, ejerce un importante efecto protector, generando así una viticultura en donde la maduración alcohólica se desarrolla paralela a la maduración fenólica, conservando un equilibrado frescor propiciado por la acidez natural y con un dominio del tartárico sobre el málico.

El carácter ligeramente continental, en conjunción con las corrientes de aire dominantes, provocan una importante diferencia térmica entre el día y la noche, lo que favorece la lenta maduración respetando el componente aromático y frescor natural.

En Ribeiro se distinguen tres valles generados por sus tres ríos principales: Miño, Avia y Arnoia. Un entorno natural formado por laderas, bancales y terrazas, excelentes para la producción de vinos de calidad basados en la viticultura. Todo ello favorecido por un microclima muy peculiar, ventilado y con buena exposición para la maduración de las variedades autóctonas.

La influencia marítima que penetra por la cuenca del río Miño, crea bandas de transición climática sobre las laderas, generándose un mayor carácter atlántico según asciende en la cota, lo que limita el cultivo aproximadamente a los 450 metros de altura para las variedades cultivadas en la región.

El Ribeiro es una zona de intenso cultivo del viñedo desde muy antiguo. Desde la recuperación de la agricultura por los monjes benedictinos hacia el final del primer milenio hasta la actualidad, las características de los suelos cultivados difieren notablemente de los suelos naturales, ya que el hombre viene cultivándolos a lo largo de generaciones.

Los suelos del Ribeiro se caracterizan por estar englobados en tres tipos principales. La mayoría se desarrollan a partir de materiales graníticos, con texturas franco-arenosas y en menor medida areno- francosas. También encontramos suelos de materiales metamórficos de esquistos, y los desarrollados a partir de materiales sedimentarios con texturas más francas.

Característico del Ribeiro es el “sábrego”, granito descompuesto, muy abundante en la zona. Los suelos de cultivo disponen de una profundidad media efectiva que oscila entre 70 y 100 cm. Sus elevados contenidos en arena, sobre todo en el horizonte superficial, contrastan con el escaso contenido en arcilla, por debajo del 20%. Normalmente son suelos de reacción ácida, pobres en materia orgánica y con un contenido en calcio que tiende a ser bajo.

Gran parte del cultivo de los suelos están abancalados para disminuir las pendientes y facilitar el laboreo aprovechando las laderas y la insolación. Una característica que marca el territorio de la Ribeiro es el minifundismo, la compleja orografía y el uso de técnicas tradicionales en los trabajos del viñedo.

La agricultura supuso un punto de inflexión en la historia, tanto para la humanidad como para el resto de seres vivos. Surgió en Mesopotamia, al igual que el cultivo de la vid, así que es de suponer que es casi tan antiguo como el propio cultivo de la tierra por la mano del hombre.

De los factores que caracterizan el éxito de un gran vino: el terruño; uno es determinante: el hombre. La relación entre clima, suelo, variedad es verdaderamente complicado; cuando alcanza un equilibrio perfecto (imposible valorarlo a priori) es cuando interviene la mano del hombre y con sus decisiones permite obtener vinos inigualables.

Para elaborar el Ailalá hemos partido de un equipo en el que cada uno aporta un punto de vista, un pequeño matiz que hace al vino ser como es:

  • La experiencia y los viñedos excepcionales de Coto de Gomariz.
  • La visión de mercado y el carácter intrépido y cosmopolita de Miguel Montoto, sumiller formado en el Instituto Galego do Viño y WSET. Los Vinos de Miguel.
  • El punto de vista que equilibra la demanda de las modas del mercado, con la esencia de las variedades y de zona que deben expresar los vinos de Inma Pazos. Enóloga y Export Manager en Los Vinos de Miguel.

Todas las regiones vitivinícolas tienen climas y suelos específicos, pero no todas gozan del privilegio de tener una variedad propia adaptada a éstos tras cientos o miles de años de convivencia y mucho menos más de medio centenar como es el caso de Galicia.

Ailalá salió al mercado en 2011 después de comenzar a explorar con los vinos de Ribeiro los mercados internacionales. Aprendiendo de aquella primera experiencia exportadora, que el mensaje a transmitir al mercado del vino debía simplificarse y que una de las mayores fuerzas de los vinos de Galicia eran las variedades autóctonas, adaptadas de forma extraordinaria durante siglos a los suelos y al microclima de cada zona y con ello, un fuerte apego al concepto de “Terroir”.

Es por ello que Ailalá siempre ha sido monovarietal, primero reivindicando el reinado de la Treixadura y desde 2014 también en su versión en tinto, con Sousón como protagonista.

TREIXADURA

Es la variedad noble por excelencia del Ribeiro.

Su primera referencia histórica se remonta a principios del S. XVIII, aunque su acentuada variabilidad sugiere un cultivo de gran antigüedad. La nobleza de su origen se manifiesta en la capacidad de proyectar sus mejores expresiones cualitativas en laderas secas y soleadas; sin duda es una variedad obtenida en la búsqueda decidida de la calidad.

La Treixadura encuentra en el Ribeiro su hábitat ideal, pues al tratarse de una variedad de brotación y maduración tardía, es sensible a la altitud, donde no lograría madurar correctamente. Sus racimos, de tamaño medio a pequeño, se articulan a partir de granos elípticos y apretados, en un conjunto que en la madurez adquiere bellas tonalidades doradas con reflejos violáceos.

La piel es gruesa y de relativa dureza –razón aducida como origen de su nombre- lo que contribuye a paliar los daños ocasionados por la podredumbre de los racimos (botrytis cinerea). Como corresponde a una variedad de gran calidad, sus vinos combinan graduaciones alcohólicas suficientes (12 a 13,5º), con acideces notables, manifestando un armazón robusto, pleno en la boca, pero que sorprendentemente genera expresiones aromáticas sutiles y delicadas, de elegantes y complejas connotaciones florales y frutales.

Este armonioso equilibrio entre la robustez de la estructura y la delicadeza en la expresión, justifica su papel de piedra angular en que sustentar cualquier combinación varietal que se pretenda en O Ribeiro y permite elaborar vinos de guarda.

SOUSÓN

Es una de las variedades tintas autóctonas en auge en Galicia y Norte de Portugal, siendo actualmente la primera en producción en Gomariz, con un gran potencial polifenólico. La solemos encontrar como base en distintas proporciones para el desarrollo de interesantes, distintos y peculiares vinos.

Agronómicamente es una planta con poco vigor y resistente a la sequía adaptándose bien a terrenos sueltos, tiene una fertilidad media y poca productividad 8 – 11 Tn/Ha, su época de brotación es media tardía y su ciclo de maduración es largo por lo que su localización predomina en zonas propicias para la maduración tardía. Tiene sensibilidad media al Mildiú y Botrytis y baja al Oídio.

Es necesario que alcancen maduraciones más o menos intensas según el tipo de vino a desarrollar y evitar sensaciones herbáceas en las maceraciones largas que permite la variedad.

Sus vinos pueden alcanzar altas graduaciones alcohólicas entre 12.5 – 14º, conservando una excelente acidez total 6 – 8 g/l expresada en ácido tartárico, pero su característica más representativa es su alto contenido polifenólico que proporciona una excelente estructura e intensa coloración, desde el punto de vista aromático destacan la presencia de frutos negros como la mora y el casis, de intensidad moderada.

Sus vinos tienen una muy buena evolución en el tiempo y presentan excelente aptitud para la crianza en madera.